
Algunas manañas, cuando la luz se permite asomar por allá, detrás de esas pequeñas montañas que me impiden ver el horizonte, pienso, y siento...
No en nada profundo ni tan trascendental que merezca mención, aunque sí es cierto que los ojos ya no aparecen como las ventanas con los postigos de otras veces. Me permito imaginar, soñar un poquito, y evocar nuevas maneras, incluso inventarme historias.
Algunas mañanas tras el despertar, aún me queda un pequeño sueño prendido en el alma, dispuesto a volar.